El Cambio Climático afecta a embalses obligando a productores a definir nuevas medidas de adaptación

Estudio realizado por CIREN y CNR, ambos del Ministerio de Agricultura, permitió conocer la situación de los embalses y su impacto para el desarrollo agrícola de los valles del Elqui y Huasco en el norte del país en el período 1992 – 2018.
 
Con solo dos años de diferencia y con una capacidad de acumulación que superaría los 160 millones de metros cúbicos en cada caso, entre 1997 y 1999 se pusieron en marcha dos grandes obras de riego que en la actualidad han permitido dar seguridad de riego a los valles del Elqui y Huasco, ubicados en las regiones de Coquimbo y Atacama, respectivamente.
Lamentablemente ambas regiones, y en especial Coquimbo, se encuentran viviendo una sequía extrema, prueba de ello fue la declaración como Zona de Emergencia Hídrica en agosto pasado.
La implementación de nuevas medidas que aporten a la estrategia para ir en ayuda de los productores, que en la actualidad lleva a cabo el Ministerio de Agricultura, dejó de manifiesto la necesidad de realizar un diagnóstico que permita conocer el real impacto que generó en la fruticultura entre los años 1992 y 2018 la construcción de los embalses Santa Juana y Puclaro en sus respectivos valles.
El estudio financiado por la Comisión Nacional de Riego, CNR, y ejecutado por el Centro de Información de Recursos Naturales, CIREN, utilizó imágenes satelitales para determinar la superficie efectivamente regada en cada temporada, utilizando la reflectividad de la vegetación fotosintéticamente activa durante los meses de mayor demanda de riego (diciembre, enero y febrero).
Valle del Elqui y Huasco
La construcción del embalse Puclaro surgió de la necesidad de dar seguridad de riego a los agricultores del valle del Elqui, sumando a las 9.200 hectáreas (ha) ya existentes, otras 11.500 ha de nuevo riego. Con la entrada en operación del embalse en 1999, la superficie frutícola tuvo un incremento inicial de un 25,7%, crecimiento que disminuyó en un 20,2% en el período 2007 – 2018.
Este nuevo escenario ha significado modificar la matriz productiva en la zona para optimizar el uso del agua acumulada en los embalses. Por ejemplo, en La Serena y Coquimbo se pasó de producir especies subtropicales de alta demanda hídrica como el chirimoyo, papayo y palto, a cítricos de menor requerimiento hídrico como el limonero, mandarino, naranjo y también olivo (especie tolerante a la sequía).
“Es importante recalcar que a pesar de que el nivel del embalse Puclaro se encontró en muchas temporadas muy por debajo de un año normal, es gracias a estas grandes obras de riego que se ha podido establecer una cierta seguridad de riego, sobre todo en las comunas que se encuentran aguas abajo del embalse. Sin ellos, estaríamos hablando de una situación bastante catastrófica a nivel de producción agrícola. Es importante que ahora establezcamos una política de gestión eficiente del agua con la construcción de obras de riego a distinta escala de tamaño, para poder hacer frente a un escenario de cambio climático que señala que las precipitaciones irán disminuyendo cada vez más”, señaló Tomás Díaz, profesional a cargo del estudio en CIREN.
Tal como en el valle del Elqui, la construcción del embalse Santa Juana en el valle del Huasco, permitió aumentar la superficie frutícola en el valle hasta un 65,2% (1999 – 2007), para luego disminuir desde el año 2007 hasta el año 2018, un 39,4%.  El embalse ha ayudado significativamente a disminuir el impacto de la sequía en el valle, ya que a partir de 2007 el agua embalsada se comenzó a distribuir con restricciones producto de la sequía, hasta la temporada 2015/2016 donde comenzó a presentar una recuperación. Sin la existencia del embalse, la agricultura se habría visto gravemente amenazada, lo cual refuerza la conclusión de que estas grandes obras y bajo el contexto de cambio climático que estamos viviendo, se hacen especialmente necesarias.
Mónica Rodríguez, jefa de la División de Estudios, Desarrollo y Políticas de la CNR, subraya que el Plan de Grandes Obras de Regulación, priorizado a través del Consejo de Ministros de la Comisión Nacional de Riego, apunta justamente al desarrollo de estas obras que a pesar de que tienen mayores tiempos de ejecución y costos elevados, sin duda, son un complemento a las obras menores y obras medianas de riego que son bonificadas a través de la Ley Nº18.450 de Fomento al Riego y Drenaje.
Por eso, el Ministerio de Agricultura, a través de la Comisión Nacional de Riego ha entregado en los últimos dos años bonificaciones por más de $8.300 millones en beneficio de regantes y organizaciones de usuarios de agua (OUA) de la provincia de Elqui. A esto se suman otras iniciativas como un programa de saneamiento de derechos de aprovechamiento de aguas para la suscripción de acciones del embalse Puclaro, que entre otras cosas, permitirá sanear alrededor de 500 derechos de aguas de usuarios. Este programa, iniciado en diciembre de 2019, se ejecutará durante dos años y contempla una inversión de $190 millones.
Para el valle del Huasco, en tanto, las bonificaciones ascienden a unos $364 millones, con las cuales se está apoyando una inversión total de más de $411 millones, en conjunto el Gobierno Regional de Atacama.

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