En marzo concluye el verano y las temperaturas especialmente las matinales y nocturnas, tienden a la baja,. Este cambio estacional implica una transición en las labores y eventos agrícolas, que serán un preámbulo de lo que ocurrirá en el invierno.
Para las hortalizas, la continuidad de la producción se manifiesta en una transición de cultivos de verano a cultivos netamente de invierno. Este cambio paulatino supone también la oportunidad de realizar labores en los suelos, que se extenderán por toda la época fría para enfrentar la nueva temporada en primavera, con un sustrato mejor preparado.
Para el productor, mantener sus suelos cultivados es clave, sin embargo, es necesario realizar las labores de acondicionamiento necesarias para mantener la fertilidad y sanidad de los estos. También es importante el acondicionamiento para la variable hídrica, ya que es posible tener eventos de lluvias a partir del próximo mes de abril.
Los ciclos hortícolas son complejos y dinámicos, por lo que poder levantar la información de los productores, permitirá tener un conocimiento mayor sobre los momentos clave o puntos críticos de la actividad dependiendo del lugar geográfico donde nos encontremos. El monitoreo hortícola entonces, cobra una importancia fundamental para la planificación y la instalación de políticas públicas, dado que proveerá mayor y mejor conocimiento para tomar las decisiones correctas en el momento oportuno.